Carrera española por la fabricación de un misil propio: ¿puede (y quiere) hacerlo?

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Foto: Cortesía

La carrera española por la fabricación de un misil propio. Con esa muy española falta de confianza en lo nuestro, a más de uno le da la risa si se habla de misiles españoles; de la capacidad de España para fabricarlos. Y sin embargo, nuestro país lleva décadas en ello; en su propia «carrera espacial», que incluye cohetes y misiles. Otra cosa es que, por unas razones u otras, los resultados concretos hayan sido pocos hasta hace unas décadas.

Desde 1942 existía el INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) y en 1963 se creó la Comisión Nacional de la Investigación del Espacio (CONIE). Esta última buscaba construir en España, al menos, un satélite y un cohete de sondeo. Aunque en realidad todo empezó en los años 30, con Emilio Herrera. Fue el padre del programa espacial español, pero hoy para la mayoría es un desconocido. Cuando nace el CONIE ya vivía en el exilio (de hecho, fue Presidente del Gobierno de la República en el exilio entre 1960 y 1962).

Herrera lideró la llamada «carrera a la estratosfera», origen de la posterior «carrera espacial». En la década de los 30 construyó un globo capaz de superar los 26.000 metros en la estratosfera, una altura a la que nadie había llegado antes. En 1936, el proyecto financiado por la Fundación de Investigaciones Científicas y Ensayos de Reformas (FENICER), antecesora del CSIC. Estaba completado, el globo y el traje estaban construidos y a punto de emprender el vuelo cuando estalló la Guerra Civil.

Emilio Herrera fue el padre de la carrera espacial española, pero al estallar la Guerra Civil tuvo que exiliarse

Antes, en 1932, Herrera presentó el proyecto para un viaje tripulado a la Luna y diseñó proyectos para el lanzamiento de satélites artificiales. Al llegar la guerra, se exilió a Francia, donde vivió de sus patentes y siguió con sus investigaciones. La NASA le ofreció trabajar en su programa espacial a cambio de «un cheque sin limitaciones de ceros». Pero éste declinó la oferta ya que la NASA no aceptó una de sus peticiones: llevar la bandera española.

Los cohetes y misiles de la España franquista

Herrera se merece un recuerdo, pero volvamos a los misiles y a la España del desarrollismo del franquismo. Cuenta Defensa.com que aquella CONIE lanzó su primer cohete científico el 15 de octubre de 1966. Era un Skua fabricado por Bristol Aerojet. El lanzamiento se hizo desde las instalaciones móviles situadas en la zona de El Arenosillo, en Mazagón (Huelva).

Lanzamiento de un cohete INTA 300 desde El Arenosillo (Huelva).
Lanzamiento de un cohete INTA 300 desde El Arenosillo (Huelva).

Ya en 1969 se construyó el INTA 255, que alcanzaba los 150 km. de apogeo con 25 kilos de carga útil (un ejemplar y una maqueta se conservan en el Museo del Aire). De esa época es el proyecto de misiles Banderilla (aire-aire) y los cohetes aire-tierra de la serie S. Hasta 1975, desde EI Arenosillo se habían lanzado más de 300 cohetes de sondeo. En los primeros ochenta fueron lanzados otros 200. En aquel 1975, con el dictador a un paso de la tumba, el Gobierno aprobó la segunda fase del programa de la CONIE.

El plan que ya en 1970 pretendía conseguir para España misiles balísticos con cabezas nucleares… fue vetado por Estados Unidos»

Pero parece que la llegada de la democracia no le sentó bien al programa espacial español. «El desarrollo del programa nacional debido a los escasos y decrecientes recursos destinados a él, no ha alcanzado el nivel necesario para prestar ayuda a la industria». Se leía en la Revista de Aeronaútica y Astronaútica del Ejército del Aire, en octubre de 1982.

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Diez años después, la revista Tiempo informaba de que «el plan que ya en 1970 pretendía conseguir para España misiles balísticos con cabezas nucleares… fue vetado por Estados Unidos«. La desaparecida revista aseguraba que se había tratado de motivos políticos: Washington no quería que Franco tuviera misiles de largo alcance. Aún en los años 90, España desarrolló el programa Capricornio, un sistema lanzador de pequeños satélites.

Maqueta de un cohete español Capricornio, en el Museo del Aire de Cuatro Vientos.
Maqueta de un cohete Capricornio, en el Museo del Aire.

Un prototipo de misil antibuque

Tras esta historia truncada, la posibilidad de un misil español regresa. Es al menos la propuesta que hace el capitán de corbeta de la Armada Víctor Hugo Marcos Peláez. Se trataría de un prototipo de misil antibuque y podría ser una realidad en el plazo de una década.

Si se dedicasen recursos humanos y financiación, España podría disponer de un prototipo en un horizonte de unos diez años y por un coste que podría ser asumible»

«Si se dedicasen recursos humanos para avanzar en esta temática y una financiación adecuada -pero tampoco excesiva-. España podría disponer de un primer prototipo en un horizonte de unos diez años y por un coste que podría ser asumible». Asegura este ingeniero de municiones en un artículo que publica la Revista General de Marina, que edita el cuartel general de la Armada. 

Misil SAM, lanzado desde la fragata española Santa María.
Misil SAM, lanzado desde la fragata española Santa María.

Marcos Peláez es adjunto para España en la Oficina del Proyecto Seasparrow de la OTAN. Un sistema de armas estadounidense antimisil y antiaéreo de corto alcance usado desde buques. Defiende que «la solución nacional de un misil antibuque consolidaría a España en la primera división de la tecnología militar y dotaría a la nación de una autosuficiencia geopolítica y geoestratégica«. 

Un misil antibuque dotaría a España de una autosuficiencia geopolítica y geoestratégica»

Propone que el programa lo lidere la Dirección de Ingeniería y Construcciones Navales (DIC) con financiación de la Dirección General de Armamento y Material (DGAM). Segun él, de ese modo, «se alcanzaría la capacidad inicial operativa de un misil español en menos de una década».

Detalles, retos y dificultades

En su artículo, el capitán de corbeta considera que el diseño de secciones como la cabeza de guerra, la espoleta de proximidad o la sección de guiado y control «no supondrían un reto tecnológico» porque. Además, «nuestra industria ya ha participado en la fabricación de esta parte en diversos programas de grandes municiones». 

Según escribe Marcos Peláez, el motor cohete y el propulsante inicial no serían retos «exigentes». Sí lo sería la sección buscadora o seeker: «Supone el principal riesgo. Ya que, si bien desarrollar un radar es asumible, que este sea capaz de discernir blancos es significativamente más complejo», asegura. En cualquier caso, dice, todo ello exigiría «un desarrollo apoyado económicamente por el Ministerio de Defensa». 

En 2007 nadie creía que España podía pasar de cuartos en un mundial de fútbol… Puede que en el sector de la defensa tengamos una sensación parecida y nos cueste dar el paso»

Y ahora a juntarlo todo. «Aunque todo parezca sencillo y asumible… la complejidad de mayor calado recaería en la integración en un único elemento. Esta fase, que podría durar varios años, requiere un análisis en profundidad y quizá tomar caminos alternativos». considera el adjunto para España en la Oficina del Proyecto Seasparrow de la OTAN.

Al inicio de su artículo, el capitán de Armada utiliza la metáfora para explicar que el proyecto es factible. «En 2007 nadie creía que España podía pasar de cuartos de final en un mundial de fútbol… Y no nos creíamos merecedores de una semifinal de fútbol porque Alemania e Italia siempre tiraban de galones cuando llegaba la hora de sacar pecho.

Puede que en el sector de la defensa tengamos una sensación parecida y nos cueste dar el paso adelante que necesitamos para involucrarnos en una tecnología avanzada. Pero la industria española debe ser capaz de afrontarlo».  

Con información de 20 minutos

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