El Reloj del Apocalipsis se acerca más que nunca al fin del mundo. «Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos», decía a mediados del siglo XX el físico teórico Robert Oppenheimer cuando, tras convertirse en uno de los padres de la bomba nuclear, citó el texto hinduista Bhagavad Gita.
Precisamente para recordar a la humanidad su vulnerabilidad y el riesgo de destruirse a sí misma, el Boletín de Científicos Atómicos ideó en 1947 el Reloj del Apocalipsis. Cuyas manecillas se han ido acercando con las décadas a la medianoche, que simboliza el fin de los tiempos. Este martes, la aguja se ha situado a apenas 90 segundos, la vez en que más cerca está de la destrucción.
Se trata de un reloj simbólico que, cada cierto tiempo, se ajusta para reflejar los peligros que asedian al planeta y sus moradores. Nació con la voluntad de poner de manifiesto los riesgos de sufrir un desastre atómico. Pero desde 2007 evalúa también las amenazas derivadas de otros factores.
En esta ocasión, la razón que ha llevado a los expertos a avanzar las saetas ha sido eminentemente la guerra en Ucrania. Aunque también han influido «la crisis climática» y «el desmoronamiento de las normas e instituciones mundiales necesarias para mitigar los riesgos asociados al avance de las tecnologías y a amenazas biológicas como la covid-19».
Es la primera vez que la manilla del también conocido como Reloj del Juicio Final se mueve desde 2020. Cuando se colocó a 100 segundos de la medianoche, para acercarse este martes a 90. Originalmente, la aguja se situó, de manera alegórica, a siete minutos de las doce y, con los años, fue avanzando en función de las amenazas existentes. Sin embargo, ni siquiera en 1953 -en uno de los momentos más crudos de la Guerra Fría- ni en 1984 -con las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y la Unión Soviética en su punto más bajo en décadas- la previsión fue tan crítica como ahora.
«Estamos viviendo en una época de peligros sin precedentes, y la hora del Reloj del Juicio Final refleja esa realidad. Noventa segundos es lo más cerca que ha estado nunca de la medianoche, y es una decisión que nuestros expertos no toman a la ligera. El Gobierno estadounidense, sus aliados de la OTAN y Ucrania disponen de multitud de canales de diálogo.
Instamos a los líderes a explorarlos todos al máximo para hacer retroceder las saetas», ha pedido Rachel Bronson, presidenta y directora ejecutiva del Boletín de Científicos Atómicos.
En este sentido se ha pronunciado también la expresidenta de Irlanda y ex alta comisionada para los Derechos Humanos de la ONU Mary Robinson, portavoz del organismo. «El Reloj del Juicio Final está haciendo sonar una alarma para toda la humanidad. Nos encontramos al borde del precipicio. Pero nuestros dirigentes no están actuando a la velocidad ni a la escala suficientes para garantizar un planeta pacífico y habitable. Sabemos lo que hay que hacer, desde reducir las emisiones de carbono hasta reforzar los tratados de control de armas e invertir en la preparación ante pandemias».
«Estamos viviendo en una época de peligros sin precedentes, y la hora del Reloj del Juicio Final refleja esa realidad. Noventa segundos es lo más cerca que ha estado nunca de la medianoche»
Y ha sentenciado: «La ciencia está clara, pero falta voluntad política. Esto debe cambiar en 2023 si queremos evitar una catástrofe. Nos enfrentamos a múltiples crisis existenciales».
La guerra, principal responsable
El principal motivo que ha animado a los científicos atómicos a adelantar la manecilla ha sido la invasión de Ucrania por parte del Kremlin. «Las amenazas poco veladas de Rusia de utilizar armas nucleares recuerdan al mundo que la escalada del conflicto -por accidente, intención o error de cálculo- es un riesgo terrible. La posibilidad de que se escape al control de cualquiera sigue siendo alta. Moscú también ha llevado su guerra a los emplazamientos de los reactores nucleares de Chernóbil y Zaporiyia, violando los protocolos internacionales», señala el organismo.
No obstante, la guerra no es el único factor que ha guiado al Boletín de los Científicos Atómicos. El grupo fundado por Albert Einstein y otros académicos para alertar al mundo sobre el peligro de las armas nucleares, en su decisión. La crisis climática, las amenazas biológicas, la desinformación y la tecnología disruptiva son otras de las grandes amenazas identificadas por estos investigadores. Que, para hacerles frente, reclaman cooperación.
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«Hacer frente a la crisis del cambio climático requiere fe en las instituciones de gobernanza multilateral y cooperación. La fisura geopolítica abierta por la invasión de Ucrania ha debilitado la confianza entre los países y la voluntad mundial de colaborar». Ha explicado el científico sueco Sivan Kartha, miembro del grupo de expertos en cambio climático vinculados a la ONU (IPCC) y también portavoz del Boletín.
«El Reloj del Juicio Final está haciendo sonar una alarma para toda la humanidad. Nos encontramos al borde del precipicio, pero falta voluntad política»
Y sobre los peligros biológicos se ha manifestado Suzet McKinney, miembro del Consejo de Ciencia y Seguridad (SASB) del Boletín. «Los acontecimientos devastadores como la pandemia de COVID-19 ya no pueden considerarse sucesos raros, que ocurren una vez cada siglo. Además, pueden evitarse si los países de todo el mundo cooperan en estrategias sanitarias globales».
«Miré y vi un caballo bayo. El que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades lo seguía: y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra». Ilustra en una espeluznante escena el libro bíblico del Apocalipsis en su capítulo seis. Ante esta imagen de jinetes que siembran el terror en el planeta y que refleja el Reloj del Juicio Final. La humanidad cuenta con un arma para afrontar estas amenazas nucleares, tecnológicas, biológicas e informativas: la cooperación.
Con información de 20 minutos
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