Las Fuerzas de Seguridad de Francia desmantelaron este martes un campamento de cerca de 800 migrantes en Calais, ciudad portuaria situada al norte del país.
La mayoría de las personas que residían en el campamento provenían principalmente de Somalia, Sudán, Irán, Iraq y Eritrea. De acuerdo con la Policía, 150 serán llevados a centros en Pas-de-Calais, 150 a otros departamentos del norte de Francia y los 500 restantes a otras regiones del país.
El máximo responsable del Gobierno del departamento Pas-de-Calais, Louis Le Franc, expresó que «queremos evitar un nuevo punto de concentración en Calais».
Según el funcionario, el desmantelamiento de este martes implica la mayor operación de su tipo desde que se desarticuló «La Jungla», instalación donde vivieron hasta 9.000 migrantes entre 2015 y 2016.
Le Franc pretextó que «esta es sobre todo una operación para dar a la gente un refugio seguro», pues viven en esa zona boscosa en condiciones «extremadamente difíciles». Dijo, además, que era importante evacuarlos antes del invierno.
La operación fue criticada por organizaciones de Derechos Humanos (DD.HH.), pues la Policía confiscó las tiendas de campaña y otros bienes de personas que en su mayoría provienen de África y Medio Oriente y vienen huyendo de la guerra y el hambre.
Para Maya Konforti, de la asociación Albergue de Migrantes, los evacuados regresarán «en pocos días», pues «saben que pocos de ellos califican para el asilo en Francia» y tratarán de cruzar el Canal de la Mancha y llegar a toda a costa a Reino Unido.
El Gobierno francés estima que unos 1.000 inmigrantes viven actualmente en campamentos improvisados en los alrededores de Calais, mientras que las organizaciones dicen que el número se acerca más a 1.500.
