La ganadería de insectos se está convirtiendo en un incipiente negocio, con una importante aspiración para dinamizar las economías rurales y, sobre todo, como una nueva vía de alimentación ante un posible futuro con escasos recursos alimentarios
Al principio el sonido es insoportable. Después uno se acostumbra. Es la conclusión a la que llega José Vidal, CEO de Nutrinsect, una de las poquísimas empresas en España que se dedica a la cría de grillo doméstico. Imagínese.
Tener a miles de grillos estabulados en sendas cajas para insectos. La Unión Europea aprobó hace unos meses el consumo de insectos para humanos, aunque no todos. Actualmente, hay tres clases de bichos que se pueden comercializar y consumir: el gusano de la harina, la langosta migratoria y el grillo doméstico. Este mismo mes se ha añadido uno más: la larva de escarabajo.
Aunque en España no está en absoluto incorporado a nuestra dieta, el insecto tiene una extraordinaria capacidad de aportar nutrientes y calorías. La FAO aseguró hace 9 años que unas 2.000 millones de personas completaban su alimentación con insectos. Esto no quiere decir que sea la solución para el hambre, que cada vez más y de forma más virulenta sufren los países del sur global.
Ganadería de insectos
«No deja de ser ganadería. De hecho, es bastante parecido a la cría de un pollo. Los escarabajos, que son los reproductores, ponen huevos y cuando eclosionan se alimentan hasta que estén en estado óptimo. Se suelen comercializar en bandejas de plástico alimentario, también la ganadería es vertical. Se ahorra espacio», explica Rubén Recamán, uno de los fundadores de Galinsect, una empresa gallega que se dedica a la ganadería de ‘tenebrio molitor’. «El insecto tiene distintas fases, huevo, larva y en su etapa de metamorfosis a escarabajo tiene una fase de pupa, que dura una semana. Tenemos nuestros propios reproductores», señala. «Básicamente comen cereales», añade.
Nutrinsect se dedica a la cría de grillo doméstico y está orientada a la alimentación humana, aunque también producen comida para mascotas. «El grillo es más ‘gamberro’ que el ‘tenebrio’, come sobre todo cereales. Hemos diseñado una dieta para que sea homogénea. El insecto canibaliza entre ellos, por eso hay que alimentarlos bien», dice José Vidal. Aunque sea parecido a la ganadería tradicional, la tasa de conversión de un insecto es radicalmente diferente. Es decir, la cantidad de alimento necesario para producir un kilo de insectos es muy inferior a la de un producto derivado de la ganadería tradicional.
Alberto López es propietario de ‘Insectum’, una tienda de Valencia que vende insectos comestibles. Él vende de todo: desde gusano búfalo hasta langostas. «Se vende mucho para cenas muy concretas, Navidad, Nochevieja, la gente lo lleva como curiosidad», reconoce. Lo cierto es que en España se pueden vender insectos comestibles, pero no se pueden producir para consumo humano directamente. Las pocas empresas que hay están en vías de recibir la autorización final. «Yo siempre recomiendo el grillo y el gusano de la harina. Tienen un sabor a fruto seco, muy similar. Además, recomiendo comerlos naturales porque si están sazonados no saben a insecto», explica López.
Aportes nutricionales
Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y divulgadora, explica que «el aporte nutricional es variable», pero en general tienen «un buen aporte de energía, no tienen apenas ácidos grasos saturados y son interesantes por la cantidad de minerales y vitaminas, pero sobre todo porque son un aporte muy importante de proteína». A esto, Robles añade que «aportan fibra» y eso no se puede decir de cualquier alimento con origen animal. «Nutricionalmente, hay que ponerles un diez, sabiendo además que son muy sostenibles y que el factor de conversión es muy superior», sentencia.
Con información de Cadenaser
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