De acuerdo con el último boletín del Ministerio de Salud, se han notificado 44.235 casos positivos en el último día, con lo que el balance total de infectados llega hasta los 3.761.391 en el país.
Brasil, el segundo país más azotado por la pandemia en números absolutos, por detrás de Estados Unidos, continúa como uno de los epicentros globales de la enfermedad y uno de los principales focos en Latinoamérica seis meses después de confirmar su primer caso.
La tasa de mortalidad por la enfermedad en el país subió ligeramente hasta los 56,5 óbitos por cada 100.000 habitantes.
Las estadísticas podrían aumentar en los próximos días pues están bajo investigación otros 2.731 decesos que pueden estar vinculados con el SARS-CoV-2.
La pandemia entró hace varias semanas en una fase de cierta «estabilización» en la media de óbitos, que suele rondar el millar diario, y de infectados, con incrementos diarios del orden de 40.000 aproximadamente.
De acuerdo con especialistas epidemiológicos, la dimensión continental del país y su enorme población, estimada en unos 212 millones de personas, hacen imposible prever cuál será el comportamiento de la curva en el corto plazo.
Con el virus aún fuera de control en algunas zonas del país, la mayoría de los 27 estados brasileños ha ido retomando sus actividades económicas desde junio, aunque aún hay restricciones en vigor, y muchos de ellos no saben cuándo volverán, por ejemplo, las clases en los colegios de forma presencial.
Por otro lado, el número de pacientes recuperados subió hasta los 2.947.250, lo que representa un 78,4 % del total de contagiados, mientras que otros 695.492 aún continúan bajo cuidados médicos.
El Ministerio de Salud informó además que desde el inicio de la crisis sanitaria ha repartido 10.711 respiradores y habilitado 12.166 camas de terapia intensiva, medidas que han supuesto una inversión de 1.700 millones de reales (300 millones de dólares).
También indicó que hasta la fecha ha realizado 11 millones de test de diagnóstico para el nuevo coronavirus y repartido 5,4 millones de unidades de cloroquina, el polémico antipalúdico que el presidente Jair Bolsonaro defiende como cura de la enfermedad, pese a que su eficacia no está probada científicamente.
El líder ultraderechista, que el mes pasado padeció la enfermedad, a la que llegó a tildar de «gripecita», censura el uso de mascarillas y ha contrariado en multitud de ocasiones las recomendaciones sanitarias, además de criticar las medidas de distanciamiento social.