Cae la primera red de trata que explotaba colombianos para el mayor servicio de ‘telecoca’

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Agentes de la Policía Nacional han desarticulado la primera organización criminal dedicada a la trata de seres humanos a los que utilizaba en el mayor un entramado de ‘telecoca’ que se vendía en Madrid, ha informado esta mañana en rueda de prensa la delegada del Gobierno, Mercedes González, y los responsables policiales de la operación.

La investigación se inició durante el 2019 cuando los investigadores tuvieron conocimiento de la posible existencia de una estructura criminal que podría estar captando a jóvenes de nacionalidad colombiana, con el objetivo de ser explotados en España con finalidades delictivas. Los agentes venían deteniendo a jóvenes de entre 20 y 25 años con cantidades muy pequeñas de droga todos provenientes de la localidad colombiana de Don Matías.

Los agentes lograron el testimonio de cuatro testigos protegidos, que nos pusieron sobre la pista de la organización al frente de la cual había un capo llamado ‘don Milagros’, cuatro lugartenientes quienes dirigían una estructura de captación de jóvenes colombianos, preferentemente en situación económica precaria y sin trabajo ni perspectivas de futuro, especialmente chicas con bebés a su cargo, con la falsa promesa de obtener un buen trabajo en hostelería o servicios en España.

Las pesquisas de los investigadores permitieron constatar que tras conseguir engañar a las víctimas, los arrestados costeaban los gastos de viaje para el traslado hasta España y corrían también con los gastos de alojamiento y manutención iniciales, proporcionándoles además una línea telefónica y un móvil.

Una vez se encontraban plenamente instaladas en la capital, los responsables de la organización les informaban que debían abonar todos los gastos y les amenazaban con que de no hacerlo, los familiares que habían quedado residiendo en sus países de origen sufrirían serios daños.

En Madrid la banda les metía en pisos y eran rehenes hasta que lograran condonar la deuda, algo que nunca ocurría, ya que además del billete de avión les pasaban gastos mensuales de manutención, alojamiento, teléfono, de la cocaína que les pilla la Policía o del matrimonio fraudulento (unos 5.000 euros) que tenían que celebrar con un español o española para permanecer en España, ya que todos venían con visado de turista.

La banda insistía en que la única forma de saldar la deuda era trabajar dentro de la estructura pseudoempresarial que habían creado, la cual consistía en un complejo entramado de reparto de droga a domicilio que tenía varias sedes distribuidas por la capital madrileña a modo de ‘oficinas’ que disponían de ‘call center’ en los que se recibían los encargos de estupefacientes y se cursaban las órdenes de los pedidos. Tenían que vender unos 200 gramos de cocaína semanales.

Las oficinas estaban ubicadas estratégicamente por la ciudad de Madrid, por zonas de consumo, para ofrecer unos tiempos de respuesta adaptados a los consumidores, llevándose a cabo los repartos por vehículos adquiridos por la organización, principalmente motocicletas, teniendo una logística compuesta por 20 domicilios desde donde se suministraba la droga.

Actividad frenética pese a la pandemia
Los investigadores consiguieron detectar que si bien el horario de atención del negocio ilícito era entre las 10 y las 23 horas con motivo de las restricciones de movilidad durante la pandemia, la actividad era incesante también durante la noche, ya que utilizaban repartidores con licencias de taxi y Uber que se encargaban del suministro nocturno, a los que daban 10 euros por entrega.

También comprobaron que empleaban lenguaje codificado para tramitar los encargos de los clientes y que adoptaban estrictas medidas de seguridad en el transporte de la sustancia, llegando a esconder la droga en caramelos, peines o en el interior de teléfonos móviles.

Igual de estrictas eran las medidas de seguridad empleadas por el líder de la organización, hasta el punto que en una ocasión, tras ser identificado en su vehículo durante un control rutinario con motivo de las áreas confinadas de salud, se deshizo del turismo que conducía en el momento llevándolo a un desguace y rompió su teléfono móvil.