Los científicos que formaron parte de la misión enviada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) a Wuhan (China) para investigar de dónde proviene el virulento patógeno, reconocieron que el mundo tendrá que esperar meses, quizás años, para conocer el origen del coronavirus SARS-CoV-2.
Los diecisiete expertos estuvieron en China entre mediados de enero y febrero y visitaron el famoso mercado de Huanan, en Wuhan, granjas de animales que lo aprovisionaban, así como laboratorios y los centros que almacenan la información de la primera fase de la pandemia.
El equipo estaba completado por otros diecisiete científicos chinos, que no participaron en la presentación del informe final que se realizó este martes en la sede de la OMS en Ginebra.
«Nadie esperaba que tendríamos una respuesta final, no teníamos esa intención ni expectativa. Estamos en un trabajo que va avanzando, tenemos que ser pacientes», dijo el copresidente de la misión, en representación de sus miembros internacionales, Peter Embarek.
Las conclusiones del informe se resumen en cuatro hipótesis que se clasifican de más a menos probables:
A la que se da más credibilidad, por la información recogida, es que el nuevo coronavirus llegó al ser humano a través de uno o más animales que funcionaron como reservorio (especie intermediaria).
La probabilidad de que haya saltado directamente de la especie portadora al humano es menor, puesto que en ninguna de las más sospechosas se ha hallado hasta ahora un coronavirus igual o suficientemente parecido.
Por debajo está la hipótesis de que el virus se introdujo en la comunidad humana a través de un producto animal congelado, sea procedente de otra parte de China o del extranjero.
La última de todas y la menos probable, según los científicos, es que el SARS-CoV-2 haya sido liberado accidental o intencionalmente en un laboratorio, una especulación que ha alimentado varias teorías conspirativas.
Los expertos visitaron las instalaciones de cuatro laboratorios que funcionan en Wuhan, que no manejaban coronavirus y donde comprobaron que se respetan las medidas de bioseguridad requeridas.
Embarek sostuvo que «nadie ha podido recoger ninguna evidencia firme de que alguno de estos laboratorios podría haber estado involucrado en una fuga (del virus)».
«No hemos visto ni oído nada que nos lleve a una conclusión diferente», explicó.
Todos los miembros de la misión, de la parte internacional y china, acordaron recomendaciones que figuran en el informe y que se resumen en que todas las hipótesis siguen abiertas y deben estudiarse, aunque con más ahínco en aquellas que parecen más plausibles.