A finales de este año se cumplen 145 años desde que un ascensor se instaló en pleno centro de la capital. No siempre estuvo ahí. Accesible y dispuesto.
De hecho, ahora que se apuesta por la digitalización de la sociedad, merecería la pena echar la vista atrás para valorar el progreso que supuso poder subir varios pisos sin hacer el esfuerzo de sumar escalones.
Por no hablar de la importancia para las personas con algún impedimento de movilidad o la comodidad de subir pesos. Un progreso que nos ha llevado a una actualidad técnica que no siempre fue así.
En este sentido, el ascenso científico y la comodidad social van de la mano.
El ascensor supuso un hito democratizado que tuvo un largo proceso.
Se cuenta que el primer diseño de un prototipo lo hizo Arquímedes en la Antigua Grecia y, tras él, ha habido otros nombres vinculados a los primeros prototipos: Matthew Boulton, James Watt o Luis XV.
Como cabe pensar, en un primer momento, eran muy pesados y solo podían transportar mercancías, tenían un uso muy similar a los actuales montacargas.
Finalmente el inventor estadounidense Elisha Otis el encargado de diseñar y fabricar el primer ascensor que transportaría personas.
Ese primer ascensor fue estrenado en Nueva York, en plena calle Broadway, en 1857, concretamente en la tienda de objetos de porcelana E.V. Haughwout & Co.
Previamente, el aparato había sido presentado en la Exposición Universal de 1853, que tuvo lugar en esta misma ciudad.
En aquella prehistoria de los ascensores, ese primer elevador estaba destinado al transporte de un máximo de seis personas.
A una velocidad de diez metros por minuto, y contó con un freno manual de seguridad y estaba sustentado en un motor de vapor.
Ascensor y Madrid
En nuestro país, el primer ascensor se instaló en la calle Alcalá de Madrid, en pleno centro de la capital española, concretamente en el número 5.
A día de hoy, tanto el ascensor como el edificio no existen, ya que la casa se vino abajo por los efectos de las bombas de la Guerra Civil.
La instalación se firmó poco antes de la Navidad del año 1877, exactamente el 15 de diciembre, y en ella tomaron parte los tres ingenieros responsables y el propietario del edificio, Valentín Morales.
Habría que esperar hasta el año 1903 para tener noticia de nuevas instalaciones en España.
Las crónicas de palacio de Madrid hablan de ese año como la fecha de la inauguración de tres ascensores en el Palacio Real de la capital. Bajo el nombre de Carlos III, Rey y Damas.
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Tras Madrid, ciudades como Valencia o Alicante inauguraron sus primeros ascensores en la primera década del siglo XX.
Muchos de ellos son auténticas joyas. Y pocos han aguantado el paso del tiempo. O las normativas que han surgido en torno a los ascensores.
Algo que ha provocado que muchos hayan sido desechados y sustituidos por elevadores nuevos.
Este no fue el caso del ascensor del número 3 de la calle Villamejor en el barrio de Salamanca en Madrid.
La razón, se explica porque los vecinos del inmueble lucharon por mantener en su lugar este ascensor de caoba y cristal que funcionaba desde el año 1906.
En esas fechas, a principio del siglo XX, el ascensor se extendió por la capital, especialmente en las zonas más pudientes.
Así, no era raro verlos en el barrio Salamanca, algo que facilitó que desapareciera la hasta entonces muy común segregación vertical, acomodándose en todos los pisos diferentes tipos de personas.
O mejor dicho, de capacidad adquisitiva. Antes de la llegada del ascensor, los pisos bajos eran destinados a los más pudientes.
Según eran más altos, costaban menos. Con el tiempo, la contaminación y el ruido se ha hecho que se valoren más los pisos altos, al contrario que en épocas pasadas.
Todo un ejemplo de la revolución social y “habitacional” que supuso el ascensor.
Con información de Larazón.es
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