El continente dió un golpe de acelerador a sus programas de vacunación al duplicar sus encargos a las farmacéuticas Pfizer-BioNTech, mientras que China restringía los movimientos de 18 millones de personas para frenar el rebrote más grave de coronavirus en seis meses en el país.
Ante las críticas que suscita la lentitud de las campañas de vacunación en el continente, la Unión Europea prepara la próxima autorización de una tercera vacuna, la de AstraZeneca/Oxford, tras las de Pfizer/BioNTech y Moderna.
La Agencia Europea de Medicamentos (EMA), bajo gran presión, informó el viernes que tomará una decisión sobre la vacuna de AstraZeneca/Oxford a finales de enero.
Paralelamente, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció un acuerdo con Pfizer/BioNTech para duplicar su contrato de precompra, pasando de 300 millones a 600 millones de dosis.
Bélgica anunció que quiere empezar a vacunar a la población general mayor de 18 años a partir de junio.
El líder supremo iraní anunció por su parte que no confía en ninguna de esas tres vacunas, porque las fabrican países occidentales.
«Está prohibido importar vacunas hechas en Estados Unidos o en el Reino Unido. No podemos confiar en ellos. No es imposible que quieran contaminar a otras naciones», aseguró el guía supremo, ayatolá Alí Jamenei, en su cuenta en Twitter en inglés.
La fiabilidad de las vacunas anticovid-19 no ha sido contestada por medios científicos hasta ahora.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya pidió no «politizar el virus», así que «por favor, no politicemos tampoco la vacuna», señaló el responsable para emergencias sanitarias del ente, Michael Ryan.
La OMS pidió igualmente a los países ricos que cesen de firmar «acuerdos bilaterales» con los laboratorios productores.
Según el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, esas compras podrían perjudicar a sus propios programas de distribución para los países sin recursos.
China vuelve a los confinamientos
En las ciudades chinas de Shijiazhuang y Xingtai, en la provincia de Hebei, aledaña a Pekín, donde viven cinco millones de personas, los habitantes quedaron confinados.
Y en las vastas zonas rurales que las rodean, donde residen otros 13 millones de personas, se dio la orden de limitar al máximo sus movimientos, aunque no deberán respetar por ahora un confinamiento total. En toda la región se llevan a cabo test de diagnóstico masivos y más de 6,7 millones de personas ya se sometieron a uno.