En un nuevo intento por frenar el avance del covid-19, Francia afronta este mes su tercer confinamiento en un año, que aunque es más ligero que los anteriores de marzo y noviembre cerrará escuelas y los comercios considerados no esenciales.
Hasta esta semana había ya 19 departamentos, incluido el parisino, con restricciones que se sumaban al toque de queda generalizado desde las siete de la tarde hasta las seis de la mañana.
Pero el país registra de media unos 37.000 nuevos contagios al día y ha superado el pico de la segunda ola con más de 5.200 pacientes de covid-19 en las unidades de cuidados intensivos, unas cifras ante las que el Ejecutivo ha reforzado su dispositivo.
Aunque este tercer confinamiento entró oficialmente en vigor el sábado por la tarde, coincidiendo con el inicio del toque de queda, este domingo es el primer día completo en el que todos los franceses se ven sometidos a esos mayores controles, que vetan los viajes internos salvo por motivo imperioso.
Su coincidencia con las vacaciones de Pascua ha hecho que el Ejecutivo esté teniendo cierta tolerancia con esos desplazamientos, autorizándolos cuando se trate por ejemplo de ir a dejar los niños con sus abuelos o para ir a confinarse a otra zona.