Francia no afloja las restricciones impuestas por la pandemia sino todo lo contrario. Los bares y restaurantes permanecerán cerrados, como mínimo, hasta mediados de febrero, según informó ayer el primer ministro, Jean Castex. Otra medida dura que se mantiene y refuerza es el toque de queda. A los 15 departamentos en que rigen ya a las 18 horas se añadirán otros diez, todos del este del país, la zona más afectada en este momento por la covid. En el resto del territorio francés la obligatoriedad de recogerse en casa seguirá entrando en vigor a las 20 horas.
La clausura continuará, al menos hasta finales de este mes, en lo concerniente a cines, teatros, salas de espectáculos, equipamientos deportivos y de ocio. Lo mismo sucede con los remontes mecánicos de las estaciones de esquí. Castex garantizó que el Gobierno proseguirá su apoyo financiero a todos esos sectores que se hallan paralizados por culpa del coronavirus.
Frente a las críticas por el lento arranque de la campaña de vacunación, el ministro de Sanidad, Olivier Véran, confirmó la aceleración y simplificación del procedimiento.
Francia está muy preocupada por la cepa británica del virus y por la variante sudafricana. A todos quienes llegan de esos países, solo por razones justificadas, se les exige un test PCR negativo.
