Según las estimaciones de la Fundación de las Cajas de Ahorros, conocida como Funcas, el crecimiento del PIB podría alcanzar el 6% en este presente ejercicio de 2021, 3 décimas más de lo estimado en las anteriores previsiones.
Esta revisión al alza es fruto, en primer lugar, de un incremento del gasto esperado de los hogares, por el fenómeno de absorción de la demanda embalsada.
La tasa de ahorro de los hogares desciende a un ritmo más acusado –si bien su nivel a finales de 2022 todavía se situaría ligeramente por encima de la media histórica. Los otros componentes de la demanda interna evolucionan algo peor de lo previsto en febrero.
Esta evolución refleja los resultados del primer trimestre, marcados por las inclemencias meteorológicas (que han incidido en especial en la inversión residencial) y las restricciones de actividad y de movilidad motivadas por la tercera ola de contagios de coronavirus. Con todo, la aportación de la demanda interna al crecimiento del PIB será de 5,5 puntos.
En segundo lugar, la aportación de la demanda externa se ha revisado al alza, hasta 0,5 puntos, por la mejora del entorno internacional y la evolución anticipada del turismo, en línea con los avances de la inoculación del anti-virus en Europa. En este escenario de previsiones se parte de la hipótesis de que el volumen de actividad turística el próximo verano alcanzaría el 35% del previo a la pandemia.
2022
Las previsiones de PIB para 2022, por su parte, sufren pocos cambios. El PIB crecerá un 6,2%, una décima menos que en la anterior previsión, fundamentalmente porque la senda de recuperación del turismo será algo menos pronunciada en el próximo ejercicio (al revés de lo que ocurrirá en el actual).
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Contexto económico
Con cifras aún provisionales, el PIB registró un descenso del 0,5% en el primer trimestre del año, que sigue a un crecimiento nulo en el trimestre anterior. En comparación con el primer trimestre de 2019, el nivel de PIB se encontraba un 8,3% por debajo.
La caída registrada al inicio del año ha venido motivada por varios factores: el impacto del temporal Filomena en enero, el aumento de las restricciones para contener la tercera ola de la pandemia, y ciertas dificultades de suministro de insumos sufridas por la industria.
Desde la perspectiva de la demanda, el consumo privado y la inversión en construcción sufrieron una recaída que no fue contrarrestada por el ascenso del consumo público y de la inversión en bienes de equipo. El incremento de este último componente por tercer trimestre consecutivo, a pesar del contexto de paralización de la recuperación, constituye un elemento positivo a destacar en la evolución reciente de la economía española.
Con respecto al sector exterior, las exportaciones sufrieron un leve descenso, motivado fundamentalmente por la nueva caída en los ingresos por turismo. Estos se situaron en un 4%, en términos reales, de los niveles alcanzados en el mismo trimestre de 2019 (un 3,7% en términos nominales). Las importaciones, por su parte, registraron una caída aún más intensa que la demanda final, y más intensa que las exportaciones, de modo que la aportación del sector exterior al crecimiento fue positiva.
En cuanto a la oferta, las cifras provisionales de la contabilidad trimestral arrojan una caída de la actividad en los sectores de industria y construcción, y un ascenso en los servicios de mercado, destacando dentro de estos el avance en el subsector de comercio, transporte y hostelería. Este último resultado es llamativo, dado el contexto más restrictivo en el que se han desenvuelto dichas actividades, y dada la fuerte caída de la demanda turística. No obstante, hay que tener en cuenta que se trata de resultados provisionales que pueden ser posteriormente revisados. Por otra parte, las horas trabajadas sufrieron una caída del 2% en el trimestre, siendo especialmente destacable la registrada precisamente en dicho subsector –un 3,6%–, lo que constituye otro elemento más para tomar con cautela el resultado anterior.
Los indicadores más recientes, aunque escasos, ofrecen una impresión alentadora con respecto a la posible evolución de la economía en el segundo trimestre. Así, los índices PMI presentaron ascensos importantes en marzo y abril –en el caso del sector manufacturero hasta máximos históricos–, al igual que los índices de confianza, que han alcanzado, e incluso superado, niveles prepandémicos. Por otra parte, el número de afiliados a la Seguridad Social de marzo y abril, aunque creció menos de lo habitual en dichos meses –lo que implicaría un descenso del empleo en términos desestacionalizados–, ello ha obedecido a que en el sector servicios, y más concretamente en la hostelería, se han cubierto las necesidades de mano de obra a través de la reincorporación de los trabajadores en ERTE a sus puestos de trabajo. Si consideramos el empleo efectivo –es decir, el número de afiliados excluyendo trabajadores en ERTE y autónomos con prestación– se habría producido un incremento en ambos meses, tanto en términos brutos como corregidos de estacionalidad. Los datos disponibles, por tanto, apuntan a que la economía ya se encuentra en un proceso de recuperación.
Con información de DiarioCritico.
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