La brasileña Giovana Queiroz quien milita desde esta temporada en el Levante, denunció los abusos que sufrió en el Barça. Queiroz explica que ha vuelto a sentirse futbolista después de lo que ella describe como una pesadilla en el Barcelona.
Procedente del Madrid CFF (no confundir con el Real Madrid); la jugadora se incorporó a las filas culés soñando con unirse a las Alexia Putellas, Lieke Martens y compañía… y no le pudo salir peor. Después de un tiempo para replanteárselo; ha decidido denunciar públicamente (y en los juzgados pertinentes) su experiencia allí con una larga carta dirigida al presidente culé, Joan Laporta.
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«Estimado Presidente,
No ha sido fácil llegar a este punto. Fueron muchos meses de angustia y sufrimiento. A pesar de todo lo que he pasado; hoy me siento capaz de denunciar las conductas abusivas que sufrí dentro del fútbol femenino del FC Barcelona.
Espero que mi testimonio sirva también para que otras mujeres que sufren o han sufrido algún tipo de abuso o violencia rompan el silencio, alcen la voz y denuncien a sus agresores. No se puede aceptar ni tolerar la cultura del acoso y la violencia machista contra las mujeres. La gran mayoría de los agresores utilizan su poder dentro de las corporaciones para subyugar a sus víctimas, incluidas las más vulnerables, como son las jóvenes menores de edad.
En esta carta intentaré dar una breve exposición de las experiencias que he vivido. La denuncia, con todos los detalles, principales fundamentos y demás pruebas ya ha sido enviada a la junta directiva. Los responsables de las conductas. abusivas están perfectamente identificados.
Llequé al club en julio de 2020, con tan solo 17 años. Fui muy bien recibida por las jugadoras y por el cuerpo técnico. Mi motivación era máxima y llegué con muchas ganas de aprender y crecer. Creía que con esfuerzo, trabajo y dedicación iba a evolucionar y tener mis oportunidades.
Los primeros meses en el club fueron importantes en el proceso de adaptación. Estaba en una buena dinámica hasta que recibí la primera convocatoria de la Selección Brasileña. A partir de ese momento comencé a recibir un trato distinto dentro del club.
Primero recibí indicaciones de que jugar con la selección brasileña no sería lo mejor para mi futuro dentro del club. A pesar del desagradable y persistente acoso, no le di mucha importancia y atención al asunto. Con el tiempo, las embestidas comenzaron a realizarse a través de otros mecanismos de presión dentro y fuera del club. Me estaban acorralando de una manera abusiva para que renunciara a defender a la Selección Brasileña. Se utilizaron métodos arbitrarios con el claro objetivo de perjudicar mi vida profesional dentro del club. (las pruebas son parte de la denuncia).
En febrero de 2021 fui sometida a un confinamiento ilegal por parte de la jefe de los servicios médicos del club. Ella afirmó que sería un contacto estrecho de un caso positivo de COVID. Desde el principio yo intuía que los verdaderos motivos del confinamiento eran otros.
Como la orden de la médica era contraria al protocolo sanitario, contacté directamente con el Departament de Salut de Catalunya y pedí aclaraciones. La respuesta fue clara y contundente. Mi caso no era ni podía ser considerado como contacto estrecho según el protocolo sanitario vigente.
Al cuestionarla, ella respondió: «Tu caso es distinto. Fui autorizada a hacer un confinamiento especial para ti. Yo, indignada, aún pregunté: ¿Cómo que especial? Ella evitó el tema y nunca me contestó! (las pruebas son parte de la denuncia). Al final me encerraron ilegalmente y no pude salir de casa. No podía entrenar ni tener una rutina normal. Estaba devastada. Esa arbitrariedad supuso también no viajar con el equipo a la final de la Copa de la Reina.
Tras cumplir con la cuarentena impuesta, recibí la autorización de la FIFA para incorporarme a la Selección Brasileña en Estados Unidos, con pleno conocimiento del club. Antes de viajar y durante el periodo de concentración realicé varias pruebas PCR, siempre con resultado negativo. Cuando regresé a Barcelona, me llamaron a una reunión con el director del club. En esa reunión fue acusada de haber cometido una grave indisciplina y que, por ello, seria apartada del equipo y sufriría graves consecuencias. Me quedé completamente en shock.
Me acusaron injustamente de haber incumplido el confinamiento, de haber viajado sin autorización del club y sin el consentimiento de las capitanas del equipo. Intenté demostrar que eso no era cierto. Él estaba inflexible, bastante agresivo y en tono amenazante me dijo: «No te preocupes. Te cuidaremos bien». Entré en pánico. Temí por mi futuro. Había participado en las campañas de la Fundación Barça para la aprobación de la Ley de protección de menores contra la violencia y al mismo tiempo; dentro del club, yo estaba totalmente desprotegida.
Volví a casa completamente destrozada. Lloré muchas veces. Sentí un enorme vacío. No tenía fuerza para luchar por mis derechos. A partir de ese momento mi vida cambió para siempre. Estuve completamente expuesta a situaciones humillantes y vergonzosas durante meses dentro del club. Estaba claro que él buscaba destruir mi reputación, minar mi autoestima, degradar mis condiciones laborales, menospreciar e infravalorar mis condiciones psicológicas.
El hecho de ser menor de edad no parece haber sido un impedimento, un dilema moral para mi agresor. Planificó y llevó a cabo cada una de sus incursiones sin objeción ninguna. Ciertamente actuó con la sensación de impunidad, de que contaba con la protección de su cargo dentro del FC Barcelona.
Con el paso del tiempo, el abuso y la violencia psicológica se hicieron más intensos y destructivos. (las pruebas son parte de la denuncia). Los abusos nacen y se desarrollan en situaciones de desequilibrio de poder y en entornos que permiten tales prácticas mientras silencian y avergüenzan a sus víctimas. Las mujeres merecemos respeto y dignidad.
Si no hay un tratamiento preventivo y una orientación respecto a las actividades tóxicas en el ambiente laboral, difícilmente el escenario cambiará. Estas conductas aún se practican debido a los conceptos culturales estructurales de una sociedad patriarcal.
Es necesario un cambio, tanto en la forma de pensar como de actuar de las empresas, para romper con patrones de siglos atrás, que ya no pueden continuar. El FC Barcelona no es responsable directo de las conductas abusivas denunciadas. El club debe ser responsable de velar por la integridad física, mental, psíquica y moral frente a cualquier forma de violencia, estableciendo una protección integral a través de la concienciación, prevención, protección reparación del daño causado.
Mi vida personal y profesional fue profundamente afectada por estas experiencias profundamente degradantes y negativas. Es probable que los recuerdos, el trauma y sus efectos duren muchos años. Viví muchos meses de angustia y tristeza, algo inimaginable cuando llegué al club.
Hoy quiero dar el primer paso para recuperar plenamente mi libertad y estabilidad emocional y por eso decidí escribir esta carta abierta. Espero que el FC Barcelona cumpla con su papel institucional y actúe de manera consecuente y transparente, investigando y denunciando los posibles delitos a las autoridades pertinentes.
También deseo que el club, a través de su presidente, se comprometa a implementar medidas efectivas para combatir el problema evidente y bien documentado del abuso moral, el acoso laboral y la violencia psicológica contra las mujeres.
Por último, quiero expresar mi profundo agradecimiento a todas las personas que me han ayudado y apoyado en los momentos más difíciles de mi vida.
Atentamente
Giovana Queiroz Costa»
Con información de 20 minutos
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