La actriz Sandra Mozarowsky fue un mito erótico del cine español. Algunos se referían a ella como la Ornella Muti española. Sin embargo, a la actriz del destape no le dio tiempo a rodar tantas películas como a la italiana porque en septiembre de 1977, con apenas 18 años y embarazada de casi cinco meses, falleció.
La muerte fue como consecuencia de las graves lesiones cerebrales que sufrió tras caer desde la terraza de su domicilio, un segundo piso situado en el número 3 de la calle Álvarez de Baena, cerca del Paseo de la Castellana en Madrid. Se desconoce si la empujaron o se tiró, aunque la versión oficial afirmó que su caída se produjo por un desgraciado accidente.
Hija de una española y un diplomático de origen ruso, Sandra Mozarowsky nació en Tánger (Marruecos) en octubre de 1958, aunque era muy pequeña cuando su familia recaló en Madrid. Tenía nueve años cuando debutó en el cine, con un pequeño papel en la película El otro árbol de Guernica (1969). “Aquel día, en aquel mismo instante, supe cuál era mi destino. Supe lo que quería hacer, a lo que me iba a dedicar en el futuro”, comentó luego sobre el rodaje de aquella cinta de Pedro Lazaga.
Tras una temporada alejada de las audiciones, centrada únicamente en sus estudios, Sandra retomó su actividad en el cine y, desde 1973, ganó bastante popularidad apareciendo en largometrajes como Beatriz (1976), una cinta de Gonzalo Suárez donde encarnaba a una joven que se convierte en víctima de una posesión, de la que todos culpan a un misterioso fraile.
El sexo y el amor
De la veintena de películas que rodó, la mayoría pertenecían al fenómeno del destape español, un tipo de cine que para muchos simboliza la recuperación de las libertades perdidas con el franquismo, lo que llevó a que se dijese que la actriz combinaba la actuación con su trabajo en un club de alterne madrileño del que Paco Martínez Soria era copropietario.
“Le estamos dando demasiada importancia al sexo. Quizá porque, hasta ahora, ha venido siendo un tabú, por pura represión”, señaló la actriz en una entrevista con Interviú. “Pero se ha levantado la veda, ya se puede hacer el amor sin grave escándalo para nadie y el sexo quedará reducido a su verdadera dimensión, sin más estridencias: el acto último y maravilloso del amor”.
Amante de los libros y la música, Sandra tenía bastante claro que la suya era una carrera de fondo. Y mostraba madurez mental y emocional en las entrevistas que concedía. “No creo en el matrimonio, porque no puedo entender que una atadura sea para toda la vida”, le confesó a un periodista. “El matrimonio dura lo que dure el amor. Y punto. Ni un minuto más. Por eso creo más bien en la unión de la pareja, sin condicionamientos”.
El deseo de Buñuel
Su buen amigo Pepe Sancho, que la conoció rodando un capítulo de la serie Curro Jiménez. Comentó que Sandra estuvo también a punto de hacerse con el papel principal de Ese oscuro objeto del deseo (1977). protagonizada en un primer momento por María Schneider, con la que Luis Buñuel no fue capaz de entenderse tras varios días de rodaje. Al final, el personaje fue a parar a manos de Ángela Molina y Carole Bouquet. “Ella (Sandra) estaba ilusionada”, comentó. “Después se llevó la lógica decepción. Y se imaginó que no le dieron el visto bueno por estar algo ‘llenita’. Pero, al poco rato, ya estaba riendo y con ganas de vivir”.
Durante su breve trayectoria, Sandra se codeó con personalidades relevantes del país. Andrew Morton, biógrafo de Lady Di. Publicó en 2013 un libro sobre la Familia Real española en el que contaba que la actriz y el rey emérito mantuvieron un romance secreto.
“Las más bellas vedettes y las más espectaculares representantes del alto standing femenino español y extranjero pasaron por su cama de forma más o menos temporal. Aunque tampoco despreció a féminas mucho más modestas», contó en otro libro el coronel Amadeo Martínez Inglés.
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Semanas antes de morir, Sandra compartió con una revista su obsesión por conseguir que la tomaran en serio y por escapar del rol de ‘lolita’ que le habían adjudicado. “Estoy cansada de hacer siempre lo mismo”, confesó, “harta de que sólo me ofrezcan guiones en los que tengo que desnudarme. Me voy a ir a Londres una temporada para perfeccionar mi inglés y hacer un curso de arte dramático. Quiero prepararme, para seguir haciendo lo que más me gusta, que es el cine. No quiero ser un objeto».
La muerte de Sandra Mozarowsky
Por desgracia, la actriz murió en la mañana del 14 de septiembre de 1977. En la residencia sanitaria Francisco Franco, tras permanecer dos semanas en estado de coma. Su caso ha llamado la atención de autores como Clara Usón, que quiso rendirle homenaje en su novela El asesino tímido o la nueva serie Cristo y Rey. Que retrata la promoción de la película que protagonizó junto a su amiga Bárbara Rey, Call Girl (La vida privada de una señorita bien) (Eugenio Martín, 1976).
La actriz Anna Canepa interpreta las últimas semanas de vida de Mozarowsky en la serie de Atresplayer, Donde luchaba por labrarse una nueva carrera, alejada del cine del destape.
Por su parte, el cineasta Borja de la Vega acaba de terminar el rodaje de su segunda película, La última noche de Sandra M., “libremente inspirada” en la vida de la actriz.
“Asistimos al día previo al accidente. La soledad, los miedos y la angustia ante una situación desesperada, se mezclan con sus sueños e ilusiones”. Comentan los responsables de este proyecto cinematográfico protagonizado por Claudia Traisac.
El caso de Sandra conmocionó a la sociedad española de los setenta, pero nunca llegó a esclarecerse. Alguna revista de la época especuló con un posible suicidio. Teniendo en cuenta la cantidad de planes que tenía en mente, su gente lo ve poco probable. También ve inverosímil la teoría del accidente, sobre todo teniendo en cuenta que la barandilla de la terraza de su casa era demasiado alta como para que alguien pudiera caer al vacío de forma fortuita. Se dijo que cayó mientras andaba regando las plantas, pero las macetas que había allí estaban sobre el suelo del propio balcón.
Tras aquella caída, la actriz quedó inconsciente y desangrándose. Nadie llamó en ese momento a una ambulancia ni a la policía. “Un taxista, que bien sabría lo que tenía que hacer. Que era llamar a la policía porque tenía que haber un atestado, fue el que la llevó al hospital”, comentó Clara Usón.
“No hubo ninguna ambulancia. La autopsia no se hizo pública. El padre dijo que bajó pero volvió a subir porque se había dejado las llaves. La madre, que se quedó viendo la televisión mientras él iba a buscar a su hija al hospital. Es inverosímil. Mi conclusión es que no estaban en casa”, añade.
La única certeza es que, 45 años después de lo ocurrido, el episodio sigue siendo uno de los grandes enigmas sin resolver de la historia del cine patrio.
Con información de 20 minutos
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