La cepa del virus que causa el herpes facial y labial surgió hace alrededor de 5.000 años y, según un nuevo estudio, la posterior expansión de esta infección en Europa pudo haber coincidido con la llegada de una práctica cultural importada de Oriente: los besos románticos y sexuales.
La investigación, dirigida por la Universidad de Cambridge y publicada en la revista Science Advances, muestra los resultados de cómo los investigadores han logrado descubrir genomas antiguos del virus del herpes (VHS 1) y, después, secuenciarlos por primera vez.
Las últimas investigaciones sugieren que la cepa VHS 1, detrás del herpes facial, tal y como lo conocemos, apareció hace unos 5.000 años, según han recordado los autores del estudio. De esta manera, es probable que el aumento de las transmisiones permitiera que la cepa de este virus se impusiera a todas las demás.
«Todas las especies de primates tienen una forma de herpes, por lo que suponemos que ha estado con nosotros desde que nuestra propia especie salió de África«, ha subrayado Christiana Scheib, otra de las investigadoras. El hecho asombroso es que una de las cepas existentes se impusiera a todas las demás, por lo que es posible que el aumento de las transmisiones «podría haber estado relacionado con los besos», ha añadido.
En este sentido, los autores han indicado que el primer registro conocido de besos es un manuscrito de la Edad de Bronce del sur de Asia, lo que sugiere que la práctica pudo haber viajado hacia el oeste con las migraciones a Europa desde Eurasia, ya que entonces no era una costumbre universal.
No obstante, el surgimiento del herpes en sí tiene una historia que se remonta a millones de años y, además, las formas del virus infectan a especies que van desde los murciélagos hasta los corales.
El herpes evoluciona a una ritmo mayor que la covid
«El mundo ha observado cómo la covid-19 muta a un ritmo rápido durante semanas y meses. Un virus como el herpes evoluciona en una escala de tiempo mucho mayor», ha afirmado Charlotte Houldcroft, coautora del estudio y miembro del departamento de Genética de Cambridge.
El herpes facial se esconde en su huésped y solo se transmite por contacto directo, lo que genera que las mutaciones se produzcan de forma lenta a lo largo de siglos. Por ello, la investigadora ha recalcado que hay que realizar estudios para «entender cómo evolucionan los virus de ADN como este», agregando que «anteriormente los datos genéticos del herpes solo se remontaban a 1925».
Sin embargo, los ejemplos antiguos de VHS-1 han sido difíciles de encontrar. Tras examinar muestras de ADN antiguas de unos 3.000 hallazgos arqueológicos, el equipo consiguió localizar el herpes en los restos de cuatro individuos a lo largo de un período de mil años (del siglo VII al XVII), y extraer el ADN viral de las raíces de los dientes.
El herpes, tal como explican los autores, suele brotar con infecciones bucales: al menos dos de los cadáveres antiguos padecían enfermedades de las encías y un tercero fumaba tabaco. Al comparar ese ADN con las muestras de herpes del siglo XX, pudieron analizar las diferencias, así como estimar una tasa de mutación y, por tanto, una cronología de la evolución del virus.
Con información de 20 Minutos
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