Los museos españoles están en alerta por las protestas de activistas climáticos en las últimas semanas: han extremado la precaución en materia de seguridad, pero todos apuestan por combinar la seguridad con que el museo siga siendo un lugar accesible y agradable. El efecto llamada de los ataques contra obras de arte está siendo bastante efectivo: después de que hace dos semanas los activistas de Just Oil tiraran sopa de tomate a “Los Girasoles” de Van Gogh, le llegó el turno a Monet en Berlín, a Picasso en Melbourne, y hace unos días un activista pegó su cabeza a un Vermeer en Holanda.
Todas las pinacotecas insisten: no quieren que la visita a sus salas se convierta “en algo desagradable”, como la cola de seguridad del aeropuerto.
El Ministerio de Cultura hizo un llamamiento esta semana a los centros de arte de titularidad pública para que fueran “más exhaustivos” en el cumplimiento de las medidas de acceso. “Esto no es un debate de seguridad, los museos que han tenido incidentes también estaban en alerta”, señalan fuentes del Prado. El director de la pinacoteca, Miguel Falomir, pedía el otro día no dar pábulo en los medios a estos incidentes porque dan publicidad a los activistas, que es “justo lo que buscan”, y apuntaba a que hay manera más “inteligentes de defender nobles causas”.
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La seguridad en los museos
Todos los museos consultados por EFE reconocen que están en alerta, pero no han incrementado la seguridad porque, según comparten la mayoría, sus protocolos están concebidos “para este tipo de riesgo”, como señalan desde el Macba. El Museo del Prado por ejemplo sí se ha vuelto más escrupuloso en el acceso con bebidas. Hasta ahora su normativa no permitía la entrada con comida y bebida, pero si una madre accedía con un biberón se lo permitían. Ahora debe dejarlo en taquilla.
Los incidentes de las últimas semanas han obligado a ser menos flexible, “más radical”, pero la pinacoteca -como el resto de museos consultados- no quiere que la visita a sus salas se convierta “en algo desagradable”, como la cola de seguridad del aeropuerto. “El museo es un equipamiento público que tiene la misión de poner las obras de arte a disposición de los ciudadanos que lo quieran visitar. Intentamos siempre buscar el equilibrio entre facilitar el acceso a la colección y garantizarla integridad de la obra”, señalan desde el Museo Picasso de Barcelona.
Con información de 20 minutos
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