El líder opositor ruso, Alexéi Navalni, entró hoy en una prisión de la región de Vladímir, no lejos de la capital rusa, donde cumplirá los dos años y medio de cárcel a los que fue condenado el pasado 2 de febrero, pena criticada unánimemente por Occidente.
Navalni, de 44 años, habría sido trasladado al centro penitenciario Número 2 de la localidad de Pokrov, según informaron fuentes policiales a la agencia TASS.
Su abogado, Vadim Kobzev, informó a la prensa de que su cliente había abandonado la prisión preventiva de Kolchúguino donde había estado 15 días de cuarentena en dirección desconocida.
El centro penitenciario número 2 es tristemente famoso por las numerosas denuncias de abusos y torturas, que incluyen palizas y privación de sueño, cometidas por miembros de unidades especiales encapuchados y sin distintivo.
El comité de ministros del Consejo de Europa demandó hoy la inmediata liberación de Navalni, llamamiento que ha sido respaldado por EEUU, Australia, Canadá y Japón.
Recientemente, el jefe de los servicios penitenciarios rusos, Alexandr Kaláshnikov, garantizó la seguridad del opositor, que se encuentra bien de salud, según su abogado, que le visitó esta semana.
«Yo garantizo que no existe ninguna amenaza para su integridad física, no digo ya para su vida», dijo Kaláshnikov.
Con todo, sus correligionarios temen por su vida, ya que son miles las denuncias anuales de abusos a presos en las cárceles rusas, según informa la oficina del Defensor del Pueblo.
Navalni fue condenado a 3 años y medio de cárcel por un antiguo caso de estafa y lavado de dinero, pero cumplirá sólo dos años y medio, ya que se le descuentan los diez meses que pasó en arresto domiciliario y el tiempo que estuvo en prisión preventiva desde su detención el 17 de enero a su regreso de Alemania.
La condena de Navalni, que estuvo a punto de morir en agosto pasado al ser envenenado durante un viaje a Siberia, provocó a finales de enero multitudinarias protestas en todo el país, en las que fueron detenidas miles de personas.
La pasada semana expertos de la ONU indicaron tras cuatro meses de investigación que las pruebas halladas apuntan a una «probable implicación» de las autoridades en el intento de asesinato de Navalni con el agente químico Novichok.
Seguidamente, la Unión Europea y Estados Unidos adoptaron sanciones contra Rusia por la persecución del líder opositor, que Moscú prometió contrarrestar con medidas recíprocas.
Navalni acusa al presidente ruso, Vladímir Putin, de ordenar su asesinato al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB).