Teléfonos que no paraban de sonar, buzones de correo desbordados. Si ha habido un servicio particularmente sometido al ‘test de estrés’ que ha significado la crisis del coronavirus ese ha sido el que prestan las oficinas regionales de empleo. El panorama derivado del confinamiento, con miles de madrileños sin trabajo o abocados a un ERTE, ha convertido este recurso público en parada obligada de una buena parte de la población.
Inscribirse como demandante de empleo es un paso imprescindible para poder tramitar una prestación y seguir percibiendo ingresos, así como para optar a cualquier oferta gestionada por este organismo. Por eso, cuando la crisis sanitaria obligó a suspender temporalmente la atención presencial en las 43 oficinas de empleo que hay en la Comunidad de Madrid, 19 de ellas en la capital, muchos usuarios se sintieron desconcertados. “La gente buscaba cómo comunicarse con nosotros porque necesitaban hacer gestiones vitales para ellos”, apunta Rosell Llorente, adjunta a la dirección de la Oficina de Empleo de Puerta del Ángel. “Empezamos a hacer mucha gestión telefónica y telemática de las demandas de empleo para que la gente no perdiera los derechos que genera tener una demanda activa y además en una fecha en concreto”, añade.
Ocho meses después del inicio de la crisis sanitaria, los responsables del Sevicio Regional de Empleo valoran muy positivamente su capacidad de reacción en una situación tan insólita. “Cuando pienso todo lo que nos ha traído 2020 y los cambios y la adaptación que hemos tenido que acometer desde el mes de marzo en que irrumpió la pandemia, no puedo estar más que muy orgulloso del trabajo hecho”, confiesa Ignacio Niño, director general de Empleo. “No se ha dejado de trabajar ni un solo día, no se ha dejado de atender a los ciudadanos y se han obtenido resultados que son muy satisfactorios”, añade.
“Era imprescindible que siguieran funcionando dada la situación. A puerta cerrada, pero atendiendo al público”, remarca Luis Miguel González, subdirector general de Oficinas de Empleo. “Nunca hemos dejado de trabajar, porque si nosotros parábamos, se paraba el servicio de prestaciones”.
Del otro lado de las puertas cerradas de estos centros públicos, los trabajadores se han mantenido en sus puestos realizando una labor esencial en un tiempo convulso que “ha servido como un baño de realidad para comprobar si los servicios de empleo estábamos o no preparados”, explica Niño, quien cree que “se ha salido adelante sobre todo por el esfuerzo del personal, que ha tenido que trabajar en unas circunstancias muy complicadas y durante unas primeras semanas en las que hubo que adaptarse rápidamente a la nueva realidad del teletrabajo”. En la Oficina de Empleo de Prosperidad, su directora, Ana Belén García, destaca el trabajo incansable de todos los trabajadores que se han volcado durante todas estas semanas.
“La gente no ha tenido horas, estábamos en una situación muy grave, veíamos una necesidad social y había que estar. Quiero decir que la gente ha trabajado todo lo que ha podido y ha querido fuera de su horario. Los empleados públicos en general han dado el do de pecho. Ha sido algo impresionante.