Hubo un tiempo en el que la OTAN parecía haber perdido casi toda su utilidad. Una alianza concebida como defensiva se vio inoperante y lastrada por su pasado: la reacción en los Balcanes, en los años noventa, no estuvo exenta de críticas. Muchas y muy duras. Con el paso de los años el liderazgo de Estados Unidos bajo el paraguas de la organización atlántica se cuestionó más y más. Vladimir Putin, de hecho, se propuso (diciéndolo incluso abiertamente) enseñar todas las costuras de la OTAN. ¿Quiso acabar con ella? Seguramente. Pero con la invasión de Ucrania ha conseguido todo lo contrario.
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El porqué de la OTAN ha cambiado en solo cuatro años. En 2019, el presidente francés Emmanuel Macron aseguró que la Alianza Atlántica se encontraba «en muerte cerebral» como parte de un discurso en el que pretendía defender una Europa más autónoma en materia de Defensa. En aquel momento los cimientos de la organización se tambaleaban no solo por la postura -o las palabras- de Francia, sino también porque la Administración de Donald Trump no daba relevancia al multilateralismo.
Ucrania, las armas y la resurrección
«Putin quería menos OTAN en sus fronteras y ahora tiene más». Es una de las frases más repetidas desde el inicio de la invasión rusa y representa perfectamente cómo la Alianza ha revivido con la guerra. Y es que una de las excusas del Kremlin para lanzar su ofensiva está en la expansión de la OTAN, sobre todo en su flanco este, más allá de la posible incorporación de Ucrania a la organización. «Decirles a los países pequeños que no pueden entrar en la Alianza, como pide Rusia, es peligroso«, aseguró el secretario general, Jens Stoltenberg, en uno de los últimos intentos de apaciguamiento antes del 24 de febrero de 2022. No tuvo efecto.
En realidad, casi todo parte de que Kiev depende casi totalmente de las armas occidentales, y ahí la OTAN es el pilar fundamental. Las relaciones de Ucrania con quienes ahora son su sostén vienen de largo y eso es un problema para Vladimir Putin. En cambio, la alianza, concebida para prevenir ha tenido que pasar a un suministro activo de material a un país que si bien no es miembro sí está en su órbita. Aún con eso, la OTAN no da esperanzas a Kiev sobre una entrada efectiva, consciente de que si eso sucede la guerra de Rusia ya sería, sí o sí, contra toda la Alianza.
Ucrania socio de la OTAN
Patricia Moreno, presidenta del Consejo Atlántico Juvenil Español, explica a 20minutos que «Occidente ha estructurado su respuesta ante la guerra en Ucrania en torno a la OTAN». La propia base de la organización hace que eso suceda. «Tenemos que partir de la base de que la Alianza es una organización político-militar, por lo que puede actuar en esos dos planos y estamos hablando de un conflicto que tiene mucho de ambos componentes, aunque se hable mucho más de lo militar por lo llamativo de la guerra en el continente europeo», añade Moreno.
Y a esto hay que sumar que Ucrania «es para la OTAN uno de sus socios estratégicos más importantes». Esa tendencia se ha reforzado en los últimos años, como bien explica la analista: «Si ya lo era desde los años 90, la cooperación se hizo mucho más intensa a partir de la invasión rusa de Crimea en 2014 — y desde febrero de 2022 estamos viendo un apoyo sin precedentes por parte de la OTAN».
Por otro lado, Álvaro de Argüelles, analista de geopolítica en El Orden Mundial, recuerda que «la OTAN solo se ha implicado en el conflicto con la entrega de ayuda no letal y en la asistencia humanitaria». Su principal papel «es el de ejercer de foro para coordinar las peticiones de asistencia militar por parte del Gobierno de Ucrania«, añade, y esto es algo «muy relevante» por la necesidad de coordinación para apoyar a Kiev. Pero es algo que va más allá de este conflicto «porque todos los Ejércitos de los países de la Alianza necesitan llevar a cabo un proceso de transformación«.
Los países tienen que invertir más en Defensa
La OTAN, con todo, se construye a través de los aliados y el gran reclamo que se le ha hecho a los países desde el inicio del conflicto es que incrementen su inversión en Defensa. Hasta antes de la invasión se había marcado como objetivo un 2% del PIB, pero ahora Stoltenberg insiste en que ese «debe ser el mínimo». La OTAN ha sido rotunda en este sentido: «Necesitamos el compromiso inmediato de gastar el 2% como mínimo, porque cuándo vemos las necesidades de municiones, defensa aérea, entrenamiento, disponibilidad o altas capacidades, es obvio que invertir el 2% es lo mínimo».
De momento, solo nueve países cumplen el propósito y son Estados Unidos, el Reino Unido, Grecia y los Bálticos. España, en cambio, supera por muy poco el 1%. En ese escenario, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha comprometido a cumplir con la meta para 2029, y ha pedido que se mantenga independientemente del color político de los siguientes gobiernos. No obstante, en un contexto de conflicto y atendiendo a las premisas que salen de Bruselas, ese «máximo» será muy cambiante.
OTAN: La cumbre de Madrid con Finlandia y Suecia
Para Patricia Moreno, sí se ha entrado en una nueva etapa con la Defensa como pilar fundamental (o uno de ellos), «pero esto no significa que sea desconocida». Es una especie de vuelta al pasado. «Después de algunas décadas en las que se había producido una relajación de las tensiones entre Occidente y Rusia, volvemos al tipo de enfrentamiento que caracterizó la Guerra Fría«, rememora Moreno, entre las potencias Estados Unidos y la Unión Soviética. «Numerosos expertos hablaban de que ya no se iban a producir guerras de tipo convencional y la guerra en Ucrania ha demostrado que los medios convencionales siguen teniendo gran relevancia; lo que no desdeña los métodos no convencionales que han ido aumentando en complejidad, intensidad y frecuencia», concluye.
En este sentido, Álvaro de Argüelles cree que los países «tienen que prepararse para una nueva era que va a estar marcada no solo por el poder blando o las amenazas híbridas, sino también por los conflictos armados». Es un proceso «también de modernización». El analista reafirma que «Putin ha consolidado la idea de que formar parte de un paraguas defensivo como es la OTAN ahora resulta más importante que nunca».
Además del evidente refuerzo de la Alianza, Rusia ha sido un acicate para su ampliación: Finlandia y Suecia, ‘eternos’ países neutrales han roto con esa posición para solicitar su entrada en la organización atlantista. Finlandia de hecho no era un país neutral por elección, sino por obligación. La política de neutralidad de Finlandia se remonta al periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. En el caso sueco, después de 1945, optó por mantenerse neutral y entonces esa posición suya dependía en gran medida del estatus de Finlandia e indirectamente también de la política de la URSS hacia Helsinki. Pero el 2022 rompió todos esos esquemas.
El ¿dudoso? papel de Turquía en la OTAN
Ese giro se confirmó del todo en la cumbre de Madrid, celebrada el pasado mes de junio, cuando Turquía levantó su veto a la entrada de ambos países, a los que acusaba de ser «refugios de terroristas», en referencia a los opositores del PKK. Bajo el paraguas de la capital de España la OTAN también renovó su Concepto Estratégico -por primera vez desde 2010-: en él incluyó a Rusia como «amenaza directa» y a China como el «desafío» más relevante de cara al futuro.
En palabras de Álvaro de Argüelles, «se ha entrado en una nueva era de la Defensa«, repite, porque «hasta ahora habíamos visto que Rusia se limitaba a elementos híbridos, a la desinformación o a la competencia comercial y utilizaba sus maniobras militares en espacios geográficos muy concretos», como sucedió por ejemplo en Georgia o en el Donbás precisamente. «Nadie esperaba la invasión de Ucrania», recuerda. De todos modos, «esto no es un patrón aislado de Rusia porque China empieza también a mostrar músculo militar», considera el experto, con el ejemplo de Taiwán.
Turquía quiere jugar con todas las piezas. Miembro de la OTAN, ejerce a la vez como mediador y es el actor que más efectivo parece haber sido en este sentido. Es uno de los socios más importantes de la Alianza Atlántica y su posición geográfica juega muy a su favor. Recep Tayyip Erdogan lo sabe y no duda en explotarlo. El ‘no’ a Finlandia y Suecia, una cercanía relativa a Rusia y la entrega de armas a Ucrania le permite jugar a dos bandas sin que nadie levante la voz, y además el presidente buscará sacarle a esta postura un rédito electoral en la cita con las urnas de este mismo año.
Mediador consolidado
Moreno reconocen que Turquía tiene una posición complicada, y de hecho es un aliado algo «especial», define. «Rusia es capaz de sentarse en la mesa de negociación con Ankara, lo que no ha ocurrido por ejemplo con Francia que también se ofreció como mediador en el conflicto«, continúa. Turquía tiene un papel de neutralidad en ese sentido, «pero no es imparcial porque es miembro de la OTAN y como tal tiene unos compromisos adquiridos con la Alianza que no puede ignorar».
Argüelles, por su parte, apunta que Erdogan «se ha consolidado como el mediador entre los dos bloques, como se ha visto en varias ocasiones». Donde más claro ha quedado ha sido con el acuerdo para la exportación de cereal desde Ucrania. «Gracias a ese rol Turquía ha podido desmarcarse de las sanciones a Rusia», recuerda el analista, «e incluso aumentar sus relaciones comerciales y al mismo tiempo dotar de material militar a Kiev». Pero esto tiene otra lectura: «Erdogan ha ganado tanto peso internacional que ha podido lanzar otra ofensiva contra los kurdos en el norte de Siria sin que nadie intente detenerlo». No obstante, el bloqueo a la entrada de Finlandia y Suecia a la OTAN «no es algo que pueda mantener en el tiempo». Pero sí que mantendrá el papel de «actor interesado».
Con información de 20minutos
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