El idilio de Rafa Nadal con Roland Garros es innegable. Por decimocuarta vez, aunque parezca mentira, volvió a levantar la Copa de los Mosqueteros. Cuando parecía más cerca de la retirada tras su lesión en el pie, resurgió como el Ave Fénix. Casper Ruud fue un digno rival; pero no pudo hacer nada frente al Rey de la tierra batida por 6-3, 6-3 y 6-0.
Rafa Nadal es un auténtico monstruo de la tierra batida y lo demostró una vez más en su torneo fetiche. No tuvo un camino de rosas para llegar para conseguir alzarse con Roland Garros, derrotando a Djokovic y a Zverev; dos de los tres primeros del ranking y lo redondeó con su victoria ante Ruud, uno de los jugadores más en forma del circuito en la tierra batida.
Comenzó el partido como un tiro para Nadal. En el segundo juego ya logró el primer ‘break’ y le respondió Ruud al instante. A partir de ahí, el español aumentó, más si cabe, su nivel de juego. La bola corría y Nadal la sentía, haciendo valer su superioridad en apenas 45 minutos para llevarse la primera manga. Una gran diferencia en comparación a su partido contra Zverev; donde tardaron más de 90 minutos en dilucidar el set.
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No había tiempo que perder y Nadal salió con intensidad para tratar de cerrarlo lo antes posible. Tuvo dos bolas de rotura, pero sacó las garras Ruud. El noruego se lo empezó a creer y se vino a arriba rápidamente. Fue conservar su saque y espolearse en la segunda manga con un ‘break’ al español. Pero cuando tienes enfrente a Nadal, no puedes bajar la ni un sólo segundo.
Rápidamente, Rafa rugió desde el fondo de la pista para evitar males mayores e igualar el set. Y en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba por delante una vez más en el partido. Y sí, se llevó la segunda manga tras apuntarse cinco juegos consecutivos al pasar del 1-3 al 6-3 en una genial reacción.
El tercer set mostró la tónica habitual del partido. Nadal rompió pronto a Ruud y se escapó en el marcador. El español se sentía como en casa. Las condiciones de partido se antojaban excepcionales para su juego y no las vividas en las semifinales; donde se le vio pasarlo mal por jugar con el techo retráctil y una sudoración y humedad excesiva. Y ahí él es el mejor.
Lo demostró punto tras punto, llegando a borrar del mapa a Casper Ruud. El noruego empezó a bajar los brazos mediado el tercer set; sabedor de que por mucho que lo intentase se enfrentaba a un muro que siempre le acababa superando. Y con un 6-0, cerró el partido y su decimocuarto Roland Garros. Mejor imposible.
Rafa Nadal, al menos en París, es de esos que juega las finales para ganarlas, como su Real Madrid. No encontró oposición, como tampoco lo encuentra en su palmarés de leyenda. 22 Grand Slams y 14 Roland Garros, suma y sigue.
Con información de 20 minutos
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