Wuhan ha despedido el 2020 sin mirar atrás

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Un año después de que China comunicó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) la detección de una rara neumonía en la ciudad de Wuhan, la ciudad del centro del gigante asiático hace casi vida normal y sus residentes se preparan para dejar atrás su año más duro.

En las últimas horas del año, una pareja se hace fotos de boda frente al río Yantsé mientras decenas de personas toman el ferry al salir del trabajo y, por la noche, una sala de conciertos está abarrotada de jóvenes.

En el barrio de Luxiang, donde se ubican varias facultades como la de Ciencia y Tecnología, unas 300 personas llenan la sala Vox para escuchar a un grupo local, Happy Wheel, que mezcla rock y música electrónica para disfrute de los espectadores, la mayoría de ellos adolescentes y estudiantes universitarios.

Algunos llevan mascarilla, otros deciden no ponérsela: «No hay casos ya en Wuhan, no hace falta. Pero mucha gente la lleva por precaución, porque si algo nos ha enseñado el virus es que no te puedes confiar. En Wuhan no queremos volver a meter la pata», dice Xue, uno de los jóvenes que asisten al concierto.

Homenaje al doctor que advirtió sobre la pandemia

«¡Wuhan!», exclama el cantante al dar comienzo a la actuación, lo que provoca el éxtasis de las masas convocadas. Pasados unos minutos, la gente comienza a bailar, saltar y hacer corros a lo largo de la sala.

Un año en el infierno

En Wuhan, donde inició la pandemia que todavía asola al mundo, a muchos les pesa recordar cómo afectó la propagación de la covid en sus inicios o el confinamiento completo de la ciudad a finales de enero que se alargó durante 11 semanas.

Además, al margen del mencionado confinamiento, Wuhan consiguió revertir la situación gracias a la llegada de material y personal desde otras provincias chinas, las fuertes medidas de prevención o la construcción exprés de hospitales como el de Leishenshan, que comenzó a recibir pacientes en febrero.